No tengo una casa para perderme, siete coches, noventa y seis armarios con muchísimos tacones ni nada por el estilo.
Tengo una vida normal que tiene a veces sus buenos y sus malos momentos.
Como la vez en la que dejé de comer porque unos amigos se habían enfadado.
Pero ahí estaban mis niñas, las únicas capaces de hacerme reír cuando lloro, las únicas capaces de decirme "Te quiero" y sentirlo en el corazón, las únicas con las que mi coraza no sirve para nada.
Ellas saben todo sobre mí y yo todo sobre ellas. Saben mis vicios, adicciones, manías y puntos débiles. También saben dónde tengo cosquillas, cuál es mi chiste favorito y que si pudiese, me alimentaría a base de pizza.
Ellas son las que no fallan, las que apoyan, las que ayudan, las que me quieren. Ellas son las únicas, las imprescindibles.
Ellas... son mis niñas.
Y ellas hacen que mi vida imperfecta tenga momentos perfectos.